En nuestra ciudad de Ica, la actividad literaria y editorial sigue creciendo. Eso es un síntoma y se debe saludar. Tal es el caso de la Editorial Ícata, una editorial independiente de literatura fundada este año. El consejo editorial está integrado por William Siguas, José de la Roca y Santos Morales: iqueños con experiencia literaria que vienen desarrollando un conciente y constante trabajo. El sello editorial tiene como misión publicar a los autores clásicos a nivel nacional y a los nuevos elementos de la literatura en sus diversos géneros y esperamos que así sea.
Su primer trabajo es Manantiales de Willy Gómez Migliaro (Lima, 1968), poeta cuyo trabajo hemos leído previamente en Moridor y especialmente Construcción civil, poemario que ha sido reconocido y premiado. Al respecto de Manantiales, dice el poeta chileno Germán Carrasco:
” Subía el Mirador de los cóndores, una montaña pequeña cuando supe del último libro del poeta Willy Gómez Migliaro. Subo a avistar especies: pumas, zorros, cóndores. Me señala que él también vive en la montaña. La misma cordillera nos une: podríamos caminar él desde norte a sur y yo al revés y nos encontraríamos para avistar especies, compartir silencio y comunicarnos en poema.
Willy Gómez Migliaro no es espécimen de Academia o Bicho de Campus. Nada más lejano. Acá hay oxígeno. Acá hay habitación para la nada de aire. Luego, con la lectura me doy cuenta que sí aparece la montaña en los versos. El mito fundacional andino que nos pertenece a todos quienes somos los músculos paravertebrales de esa columna que es la cordillera.
No sé quién nos presentó vía libros, Lucho Chueca quizás, no recuerdo, pero de inmediato me encantó su poesía lingüísticamente voluptuosa, disparada, de aliento, una poesía que yo disfruto mucho pero que no practico. A mí cierta culpa y vergüenza me acercan al susurro y la voz baja, y a medida que avanzan los años, creo eso se acentúa. Por eso me gusta esta poesía, es el antídoto para tanta palabra e identidad fija. Quizás habría que agregar que esta división -ilusoria, por cierto- que en décadas pasadas se llamó neobarroco oponiéndolo a lo que mal se llamó objetivismo, nunca tuvo sentido para los que usábamos esas dos maneras y mil más.
Dar a la nada aire habitación y nombre, detener la película o partes de esta a conciencia de que las demás partes siguen sin detenerse, mirar de reojo y asintiendo con una sonrisa el vértigo del tiempo. Porque esta poesía es básicamente anti control freak, anti formato. Es polifonía y simultaneidad. Y comprueba el hecho de que la poesía es, definitivamente, otro idioma.”
Interesante. Saludamos aquí, desde la FIL ICA, la salida de nuevas editoriales que busquen y estén particularmente interesadas en editar poesía. No hay de otra sino el riesgo.