Texto leído en la presentación por Jorge A Castillo

El libro que presentamos hoy sea tal vez el más explícitamente político de todos los libros que hemos tenido a bien presentar en la feria del libro en nuestra plaza pública, pero a la vez es el más urgente y necesario de comentarlo, compartirlo y discutirlo. Esto se explica por la coyuntura política, social en que estamos viviendo. Y quisiera decirlo rápida y directamente: el gobierno de Pedro Castillo que planteó cambios y reformas en su campaña urgentes e importantes en el estado, está claramente haciendo lo contrario: perpetuando una conocida forma de corrupción basada en amiguismos, compadrazgos y cuotas de poder. Nos está llevando al abismo porque no tiene idea de qué hacer y, aun creyendo en sus buenas intenciones, no parece saber cómo hacerlo. Me gustaría decirle al presidente: “Presidente Castillo, lea por favor, El Páramo reformista”. Tal vez, después de su lectura, quede un poco más pesimista como reza el subtítulo del libro “Un ensayo pesimista sobre la posibilidad de reformar el Perú” e incluso probablemente desista de ser Presidente y deje de decir y prometer tanto cambio y reforma. Aunque, para ser justos, estas promesas de cambio y reforma no son exclusivas de Castillo, más o menos todos los presidentes y candidatos prometen una y terminan traicionándose. Entonces la recomendación de leer este libro se extiende para muchos más, pero no solo candidatos o políticos, sino para los ciudadanos en general, pues también muchos en nuestras casas o en nuestras familias, hablamos de “refundar el país”, “reformar la política” etcétera, de una manera algo pomposa y soberbia, que en el fondo siempre sospechamos, por lo menos, dudosa. De alguna manera, este libro aterriza esa idea y nos pone en un lenguaje bastante claro y sencillo sobre lo difícil que es reformar el país; es decir, que después de leer este libro estemos en la posibilidad más clara y diáfana de entender qué es una reforma y cómo entendemos esto, cómo se hace, qué peligros nos advierte, y ¿se necesita dinero? y por qué es necesario esto último en un país de economía media, así como nos advierte de la paciencia necesaria —pues no es algo inmediato: como nuestros políticos mañosos nos quieren dejar entender— y cómo articular con diversos actores que participan directa o indirectamente de este proceso. Pero tal vez me estoy explicando mal, este no es un libro de recetas, de fórmulas, que diga qué hacer. Tal cosa, justamente, enseña este libro, que no hay calco ni copia, para sonar mariateguista, como está de moda últimamente. La idea es más sencilla y la vez más compleja: este libro explica de un modo claro y sencillo que las reformas son procesos complejos, diversos, articulados, con muchas posibilidades de fracasar (de ahí el pesimismo) e incluso de los autosabotajes que podemos caer si no somos conscientes de la dimensión y complejidad que toda reforma estatal implica.

La alegoría que utiliza está bien planteada al inicio del libro y toma la cita del poeta Montalbetti, la resumo: si quitamos las manzanas podridas del barril, ¿es acaba la pudrición? Parece que no, ¿cierto? Bueno pues, la sospecha es que tal vez es el barril. El barril, creo notarlo, es el sistema. Obvio que hay que quitar las manzanas podridas, pero ¿será suficiente con ello? Ahí comienza la sospecha y pensamos más ampliamente, nos quitamos un poco el antifaz del discurso fácil y chato, y ampliamos nuestras miradas y sospechamos que hay algo más grande y profundo que hace que no baste con cambiar de manzanas. Esa es la premisa del libro y luego procede a desarrollar los distintos enfoques y problemas que atraviesan las reformas en nuestro país, en nuestro país en particular, que no es poco, porque tenemos a cada rato problemas que se desbordan por varios lados y, la mayoría de políticos, pues solo tratan de tapar los huecos y baches, y buscan mantenerse en sus puestos para cumplir los trámites institucionales. Ahora, mientras leía el libro pensaba, pensaba que tal vez el cambio más profundo y complejo, es decir la Gran Reforma, es ¿el cambio de constitución? No tengo una opinión definida, creo que el problema es complejo, en cierto sentido se necesita algún cambio profundo para salir de la crisis en que estamos, pero a la vez pienso, ¿la deben liderar esta pandilla de improvisados? Ahí la idea pierde emoción. Pero, por otra parte, pienso, emocionado emocionado, como decía Vallejo, acaso el país no ha cambiado en estas últimas décadas y no necesitamos establecer nuevos vínculos con la sociedad, nuevos pactos entre todos y comenzar a imaginar un nuevo país, una nueva manera de mirarnos y querernos, como decía también Vallejo “confianza en el anteojo, no en el ojo / en la escalera nunca en el peldaño / Confianza en los muchos, pero ya no en el uno” —perdonen lo he citado arbitrariamente—, pero bueno, justamente esta crisis se ha agudizado, creo yo, porque los mecanismos formales e instituciones se han agotado y no somos capaces de ver fuera de las 4 paredes de institucionalidad y formalidad que nos han vendido. Este vaciamiento institucional está porque hay una crisis de imaginación, una esterilidad de ideas y de la posibilidad de imaginarnos de otro modo. ¿Es la nueva constitución la contendora de nuestra forma de imaginarnos plurales, distintos y las vez unos? Perdonen la insistencia: ¿es la constitución que querría César Vallejo? ¿Está a la altura del alma, la pena, la piedra y la gloria? ¿Contiene al niño que somos y que está por nacer? Qué difícil respuesta. Quisiera decir algo y me encebollo.

Eduardo Dargent es abogado y politólogo, y profesor de la Universidad Católica, todos hemos leído sus columnas en el Comercio, así como también es un invitado frecuente a diversos medios de prensa a opinar y comentar la coyuntura política. Es un grato honor para nosotros los iqueños que esté en nuestra plaza pública para comentar y dialogar sobre su importante y necesario libro. Creo que es vital que no dejemos la política solo a los políticos sino que todos intervengamos para construir nuestros nuevos sueños, aquí en Ica, a veces tan enajenada a lo que no sea el dinero, comenzar a discutir esto públicamente.